lunes, 19 de agosto de 2019


AULD LANG SYNE

Realizar un viaje supone siempre llevar una mochila vacía que traer repleta de experiencias al regreso a casa.

A finales del mes julio de 2019 tuve la oprtunidad de participar en un curso para profesores que se realizó en Edimburgo dentro del marco del proyecto Erasmus K101 Help and Learn del IES Pablo Díez (Boñar), centro en el que soy profesora.

El curso estaba organizado por English Matters y a él acudimos profesores de secundaria de distintas nacionalidades con la intención de mejorar nuestra competencia lingüística en inglés y conocer aspectos generales de la cultura escocesa. Soy una de las muchas españolas  a las que la vergüenza le ha impedido en numerosas ocasiones lanzarse a hablar en una lengua que no sea la materna y, si algo conseguí en esos días en Edimburgo fue a “tirarme a la piscina” y dejar  aparcada la absurda idea de no poder ser entendida sin emplear una gramática correcta (hasta entonces mi aprendizaje de la lengua inglesa en el instituto y la universidad se ha había basado en esa premisa). Está claro que la edad también ayuda a limar la vergüenza.

En horario de mañana acudíamos al centro de estudio donde los contenidos versaban sobre gramática inglesa, contextualizada siempre en situaciones cotidianas dando prioridad a las exposiciones orales. Por las tardes, dentro de la actividad lectiva, nos dedicábamos a conocer la maravillosa ciudad de Edimburgo. La capital escocesa tiene dos a ciudades dentro de una, por un lado, la Old Town, ciudad medieval que se extiende alrededor de Royal Mile y que une el castillo con el palacio de Holyrood. Por otro lado la ciudad nueva, separada de la Old Town  por los Jardines de Princess Street. Conocimos de la mano de nuestros profesores el Parlamento, el Castillo y el Museo Nacional, ejes temáticos de algunos de los trabajos que tuvimos que realizar en el curso.

En Edimburgo las distancias son cortas y la movilidad a pie resulta cómoda, por lo que en nuestras tardes libres recorrimos gran parte de la ciudad ataviados siempre de un look cebolla que nos permitía quitar y poner capas en función de lo que a la caprichosa climatología del país se le antojara. Si no te gusta el tiempo en Escocia, espera cinco minutos (say the scottish people).

En el mes de agosto se celebra el Fringe festival, el festival internacional de teatro y arte más grande del mundo, lo que hace que las calles de la ciudad se transformen por completo con más de 4000 espectáculos artísticos de los que poder disfrutar. La ciudad se convierte en un lugar tan ferviente como mágico.

La región de las Hyndlands, marco del  amor entre Claire y Jamie (Outlander) también se convirtieron en locus amoenus de mi viaje, siendo aun más bellas que en la pantalla. Tan infinitas son, que emerge al contemplarlas una inagotable necesidad  de volver a ellas para perderte.

 He de reconocer que en principio la idea de viajar a Edimburgo en periodo estival para realizar un curso de inglés no me resultó tentadora; de hecho tengo que agradecerles a mis compañeras (Vicky y Pilar) el que me animaran a ello, ya que  mi estancia  supuso una experiencia inolvidable: la mochila volvió cargada y el alma tatareando una banda sonora.

Lo más sabroso del viaje a Edimburgo , mis alumnos de Boñar saborearon haggis de la mano de Robert Burns y entonaron Auld Lang Syne. Eso sí que enriquecen cualquier viaje, que un pedazo de lo que traes, se haga inmenso al compartirlo.

                                                                                          Nuria Rubial Seijas

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